Archive for agosto 2011

Narcotráfico. Opinión de Gerardo Bonilla

30 agosto 2011

Cáncer Mexicano

Gerardo Bonilla
agosto 2011           

La delincuencia en México desgraciadamente ha ocupado en innumerables ocasiones los encabezados en los periódicos nacionales e internacionales más importantes o de mayor circulación. Los noticieros nos han cansado describiendo hechos delictivos y actos de vandalismo todos los días a todas horas. Es difícil encontrar personas a las que no les haya sucedido nada relacionado con la delincuencia en México, o personas que no conozcan a alguien que haya sufrido actos desafortunados con esta enfermedad nacional.

Hoy en día el principal temor en la República Mexicana es la violencia creada por los diferentes cárteles de narcotráfico. ¿Cuáles son las causas?, ¿por qué es tan difícil combatirlos? Es posiblemente el principal tema de conversación entre los mexicanos en los últimos 5 años.

El presidente en turno (Felipe Calderón Hinojosa) prometió erradicar el narcotráfico en México durante su sexenio. En ésta ocasión no se trató de otra promesa en las que los políticos nacionales no hacen absolutamente nada al respecto, en las que no se nota ningún cambio, que solo se quedan en palabras y las situaciones a cambiar quedan igual o peor. Ésta vez, desde el primer año con Calderón en el poder, se empezó a ver y a escuchar en todos los medios de información masiva que se estaban tomando cartas en el asunto contra esa enfermedad que a la gente le daba miedo el tan solo pensar en ello, las masas preferían no hablar del tema, esa enfermedad de la que hablo es el narcotráfico. Cuando dije que la población no quería saber del tema, no me refería a que la gente no lo conociera, al contrario, era bien sabido que los diferentes cárteles eran poderosos, pero nadie los había enfrentado, por ende no se sabían los alcances destructivos de este tipo de crimen organizado.

Cuando la gente se enteró que nuestro presidente había declarado la guerra contra el narcotráfico, la población nacional tuvo excelentes críticas de lo que se estaba haciendo. En esos momentos, el presidente Calderón era el presidente que México necesitaba, el presidente con carácter y determinación, pero yo me pregunto, ¿qué pasó? Ahora hay personas, figuras públicas, políticos y ex políticos que repudian la forma en la que se han hecho las cosas acerca de la guerra anti-narco. Posiblemente es gente atemorizada por los actos de alta violencia que se está viviendo en el país, y digo, no creo que exista persona alguna en la república, además de los monstruos asesinos que habitan nuestro territorio, que no esté consternada a aterrorizada por la situación actual, pero ¿acaso hay otra forma? En lo personal creo que llegar a un arreglo y dar amnistía y tregua a los delincuentes es darles la razón y el privilegio de no pagar las deudas que le deben a México.

También se sabe popularmente que la justicia en nuestro país es, vulgarmente hablando, “un chiste”. Es muy bien conocido el tema de los tratos que el gobierno mantenía con los diferentes cárteles para proteger a la población de actos destructivos y de terrorismo como los que vivimos hoy en día, pero no se preocupaban que el crimen organizado cada día era más poderoso y más grande, que el país estaba siendo apoderado por el narcotráfico. ¿Acaso no es una forma demasiado egoísta el tratar de llegar a un acuerdo con la mafia y vivir unos años sin saber de ellos y dejarles el verdadero problema a las generaciones futuras? ¿Acaso no seríamos igual que ellos al llegar a una tregua con asesinos y perdonarlos?

Creo que la guerra anti-narco es la verdadera llave para tener seguridad nacional, acabar con éstos animales y asesinos a sueldo, acabar con las cabezas de los principales cárteles y tratar de recobrar la confianza que no existe en las calles de México. También es cierto y criticable la forma tan directa de atacar a estos peligrosos criminales, ya que a partir de la declaración de la guerra anti-narco se desató la violencia por la que millones de mexicanos sufrimos. Pudo haber sido un proceso un poco más largo, con menos consecuencias negativas. En éste momento desconozco los motivos por las que nuestro presidente actuó de ésta manera, pero es importante recalcar que a estas instancias, uno ya no se puede achicar, se debe seguir apretando y presionando al narcotráfico. Si se quita el dedo del renglón, los criminales seguirán dando pasos al frente, con consecuencias peores a las que estamos viviendo.

Existen diversas causas por las que vivimos en ésta situación; una de ellas, es la falta de educación desde el hogar, falta de orientación a los jóvenes para que salgan adelante sin ser tentados a participar en actos de delincuencia para ganar “dinero fácil”, la educación es la clave para que las generaciones próximas puedan tener acceso a trabajos dignos sin dañar a terceros y así poder vivir prósperamente. Otra de las muchas causas, es una ramificación de la educación ya que se necesita exhortar a los jóvenes a que permanezcan lejos de las drogas ya que esto es lo que beneficia al narcotráfico. Comprar droga para “pasarla bien” en una fiesta o una reunión es darle poder a los criminales, que terminan matando a miles de personas, y luego terminamos echándole la culpa al gobierno.

Cabe destacar que la delincuencia organizada en nuestro país no es sólo sustentada por nosotros los mexicanos, sino por los norteamericanos en gran medida. Actualmente en Estados Unidos existen aproximadamente 100 millones de consumidores de drogas que tristemente es enviada desde nuestro país. Creo que Estados Unidos debe tomar cartas en el asunto ya que no sólo se dañan ellos sino que nos están afectado en sobremanera y México no solo quiere salir adelante, tenemos que salir adelante.

Así que los “gringos” también son culpables por la violencia que México vive y no sólo por consumir drogas sino por traficar armas a nuestro país que llegan a manos equivocadas, a manos que matan a miles de mexicanos sin piedad día a día. Así que no tenemos la mínima duda de la gran responsabilidad que tiene Estados Unidos sobre la situación que vivimos.

Es verdaderamente triste escuchar que la gente quiere emigrar del país para vivir con tranquilidad, sin violencia. Existen innumerables pueblos abandonados a causa de los temibles narcos. Los estados del norte son los más afectados por la narco-violencia pero se ha ido extendiendo por todos los estados del país. En estos momentos, ningún estado de la República está exento de cualquier acto cobarde que se pueda suscitar.

Quiero darle mi más sentido pésame a todos los mexicanos que han perdido a algún ser querido a causa de la violencia que se está viviendo en éstos últimos años. México tiene que salir adelante y por eso tenemos que apoyar al gobierno a acabar con la delincuencia organizada, de nada nos sirve quejarnos, todos tenemos que poner nuestro granito de arena para vivir en un México que se extraña, que muchos niños y jóvenes ni se imaginan. México tiene que ser curado, México nos necesita.

Caso Instituto San Felipe. Suprema Corte de Justicia de la Nación

30 agosto 2011

 Los ministros de la Suprema Corte de Justicia y los ciudadanos

 

José Bonilla Sada
 
07 de junio de 2011

Cuando un abogado tiene un asunto que va a ser resuelto por una Sala o el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es natural y hasta obligatorio que pretenda visitar primero al ministro ponente así como a los demás ministros que votaran el proyecto.

Sin embargo, obtener una cita con los ministros es toda una aventura, ya que se requiere cumplir con ciertos requisitos como que el asunto haya sido listado para resolverse en la sesión siguiente. Esto deja muy poco tiempo, puesto que los ministros solo atienden a los litigantes los días viernes en un horario que corre por lo general de las 10:00 a las 14:00 horas. Lo anterior significa que en términos generales, solo va a haber un viernes entre la fecha que se lista y la de la sesión, por lo que obtener las citas con cinco ministros si se trata de una resolución de Sala es algo complicado y si se trata del Pleno, es imposible visitar a los 11 ministros. Además, no todos los ministros atienden a la ciudadanía en el edificio sede de la Suprema Corte de Justicia, que se encuentra ubicado en Pino Suárez, ya que algunos de ellos, reciben en las oficinas que tienen en la sede alterna que se encuentra ubicada en Avenida Revolución por el rumbo de Altavista.

En estas visitas, que como se mencionó generalmente ocurren con unos cuantos días anteriores a la sesión de votación, los litigantes por regla general, entregan a los ministros algún escrito o documento en donde se resaltan los puntos a favor con que se cuenta, para tratar de convencer de que el que esta presente es el que tiene la razón. Algunos los aceptan y otros se niegan a recibirlos.

Paralelo a lo anterior, es importante recordar que en toda controversia judicial existen cuando menos dos partes y ambas quieren ganar, por lo que es común que en las salas de espera de los Ministros coincidan, lo cual no es del todo sano, en especial en aquellos asuntos en donde ha existido roce personal o mediático entre las partes.

A manera de denuncia pública comento que el pasado trece de mayo, la Sra. Leticia Valdés y el suscrito logramos obtener una cita con la Ministra Margarita Luna Ramos en su oficina de la sede alterna del Poder Judicial Federal, en donde acudimos a explicar porque debía negarse un amparo directo que promovió una maestra acusada de coparticipar en el delito equiparable a la violación, de un menor de cuatro años en el Instituto San Felipe de Oaxaca. Estando exponiendo nuestros puntos de vista, la ministra le solicito a la Sra. Valdés si le podría dejar ver una foto de su hijo, una vez satisfecho lo anterior, la Ministra dijo si sería posible que se le obsequiara una foto del niño, que le gustaría mucho. Parecía conmovida y sumamente preocupada por el menor. Unos días después manifestó en la sesión que la violación jamás aconteció. Esto evidentemente es una burla tanto para la familia como para el niño afectado así como para todos los menores abusados en el País que andan por la cantidad de 16,000 anualmente. ¡Vergonzoso!