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Marcial Maciel. Entrevista en CNN por Carmen Aristegui

30 agosto 2009

Con motivo de que asumí la defensa y asesoría legal de tres de los hijos mexicanos de Marcial Maciel, el 24 de agosto del año en curso la extraordinaria periodista Carmen Aristegui  me entrevisto para su programa de televisión en CNN, que fue transmitido los días lunes y martes últimos.

Toda vez que en el mismo se dio información nueva sobre la relación que existió entre Marcial Maciel y sus hijos, a continuación se mencionan los links en donde se puede ver la entrevista.

Por último agradezco a Carmen Aristegui el interés que ha mostrado por este tema tan delicado así como su compromiso para seguir  el mismo y desde luego todas y cada una de las atenciones que ha tenido con el suscrito.  

 «CNN ESPAÑOL ARISTEGUI»

 http://www.youtube.com/watch?v=uEqqvOg5_zY

http://www.youtube.com/watch?v=hM7Skd_Xli0

http://www.youtube.com/watch?v=NZlELGEIQL4

http://www.youtube.com/watch?v=pvDlD3Dqiyo

Carmen Aristegui vuelve a escribir sobre Marcial Maciel

10 abril 2009

 

Carmen Aristegui en su columna del periódico “Reforma”, de fecha 10 de abril de 2009, escribió lo siguiente:

 

Descolgar las fotos

 

Dentro de algunas horas, apenas termine esta Semana Santa, los Legionarios de Cristo -la poderosa orden religiosa de origen mexicano, marcada por la torcida existencia de su fundador, Marcial Maciel- serán intervenidos formalmente por el Vaticano. En la víspera de la Semana Mayor -por alguna razón se hizo en estas fechas- se anunció el inicio de «visitas apostólicas» a todas las instituciones de esta congregación, presente en 22 países a través de seminarios, universidades, colegios, centros asistenciales y la red laica del «Regnum Christi», entre otras organizaciones. Se calcula que la Legión de Cristo está conformada por más de 70 mil individuos entre sacerdotes, seminaristas y laicos, cuya tarea y existencia han sido determinadas por esta orden cuya organización y funcionamiento han girado por décadas en torno a la figura de Marcial Maciel.

 

Acusado, por años, de abusar sexualmente de seminaristas y de dominar sus conciencias y conductas a través de una guía espiritual contradictoria y perversa, Marcial Maciel fue también acusado por el grave delito de absolución del cómplice, es decir, que además de abusar de ellas también absolvía a sus víctimas en secreto de confesión. La primera demanda judicial fue presentada en 1998 por ocho ex Legionarios que hicieron valer el carácter imprescriptible de este delito para acusar al fundador. Han pasado mas de 10 años desde que el entonces cardenal Joseph Ratzinger, presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, decidió guardar las acusaciones hasta que Juan Pablo II, el principal protector de Maciel, entró en agonía; en pleno cónclave sucesorio reactivó las investigaciones para, finalmente, obligarlo a “una vida reservada de oración y penitencia, renunciando a cualquier forma de ministerio público”. Se daba por entendido, así, que el Vaticano aceptaba la veracidad de las acusaciones contra Maciel.

 

Con su muerte, el año pasado, parecía concluir este vergonzoso y criminal capítulo para la Iglesia Católica. Sin embargo, faltaban por conocerse y reconocerse otras partes de la biografía de tan siniestro personaje. Hace algunas semanas la Legión de Cristo se vio obligada a aceptar -ambiguamente como siempre- la existencia de una hija y de una «doble vida» del padre Maciel. Esta hija, según declaraciones hechas desde Nueva York por el ex legionario José Vaca, fue procreada por un ya anciano Marcial Maciel con una jovencita de apenas 15 años de edad. Vaca, quien fuera asistente personal de Maciel y uno de los ocho denunciantes ante el Vaticano, dijo que la existencia de esa hija, producto del estupro, tan era conocida por los Legionarios que incluso realizaba sus estudios en la Universidad Francisco de Vitoria, perteneciente a la orden religiosa de su padre en Madrid. Algo grave se destapó con esta historia. Vaca mencionó que entre los Legionarios se presume que puede haber, entre otras cosas, un conflicto testamentario de grandes proporciones. Paul Lenox, otro ex legionario radicado en Estados Unidos, dijo hace unos días que todo esto es apenas «la punta del iceberg», sugiriendo que lo que pueda resultar de las investigaciones tendrá dimensiones insospechadas. La tradicional opacidad de la Santa Sede obliga a pensar que no necesariamente nos enteraremos de lo que ahí se investigue.

 

O será acaso que le han tomado la palabra a quienes firmaron hace algunas semanas el desplegado donde se preguntaban: ¿hasta cuándo dejaría el Vaticano de encubrir los crímenes cometidos por Marcial Maciel? Ahí se exigía un pronunciamiento público y oficial sobre los delitos canónicos y civiles de Maciel; una petición de perdón por el inconmensurable daño causado a las víctimas y «un profundo cambio institucional para evitar que en el futuro niños y niñas inocentes sean víctimas del abuso sexual de los sacerdotes, bajo el amparo, la protección y el encubrimiento de la Iglesia», entre otras cosas. Difícil saberlo.

 

¿Qué es lo que realmente buscará el Vaticano con esta intervención? ¿Qué sobre su fundador? ¿Qué sobre la cadena de complicidades en un entramado institucional que llega hasta los más altos niveles? ¿Qué sobre la inmensa fortuna de la Legión? ¿Qué sobre la amplia estructura educativa por la que han pasado miles y que, sólo ahora, frente a «las actuales vicisitudes», empieza a descolgar de sus muros las fotos de Maciel?  ¿Qué buscará el Vaticano?

Carmen Aristegui escribe sobre Marcial Maciel

22 febrero 2009

Carmen Aristegui en su columna del periódico “Reforma”, de fecha 13 de febrero de 2009, escribió lo siguiente:

 

Marcial Maciel

 

El fundador de los Legionarios de Cristo vuelve a ser noticia a partir de la revelación y aceptación, a medias, de la orden religiosa de origen mexicano, de lo que llamaron eufemísticamente una “doble vida”. Por ambiguo y tibio que sea este reconocimiento, el hecho de que los Legionarios de Cristo -históricamente reacios a reconocer señalamientos múltiples y evidencias gravísimas en contra de su fundador- hayan aceptado, desde dentro, que Marcial Maciel tuvo una “conducta impropia” es algo que contradice una larga historia de negaciones.

Esta nueva posición ha causado un revuelo que no tiene precedente. La Legión se ha cimbrado y vive literalmente un shock, no porque desde fuera sorprendan demasiado las revelaciones de la existencia de una hija del padre Maciel, después de todo lo que se conoce de él, sino porque abrir la puerta al reconocimiento, por lo pronto, de una parte de esta torcida biografía significa, o debería significar, el reconocimiento integral de todo lo ocurrido. Desde la conducta personal de Maciel, con acciones netamente criminales en contra de seminaristas y menores, hasta el comportamiento institucional de la jerarquía católica de franco encubrimiento para los Legionarios y sus instituciones, éste es un punto de quiebre. Se reinventan y empiezan a escribir su historia de otra manera o están condenados al descrédito.

Los Legionarios de Cristo y las autoridades eclesiásticas deberían tomarle la palabra, en un afán de sobrevivencia, al grupo de personas y organizaciones que el día de ayer publicaron en estas mismas páginas un desplegado cuyo título formula una interrogante principal: “¿Hasta cuándo dejará El Vaticano de encubrir los crímenes de abuso sexual que cometió Marcial Maciel?”. Quienes firman este texto, preciso y clarificador de la ruta que habría que seguir, son personas y organizaciones que se han distinguido por su conducta ética, su contribución a la verdad y un claro sentido de la justicia y la denuncia pública. Ellos están planteando, con una gran claridad,  las directrices inevitables ya para la Iglesia, la feligresía y los Legionarios sobre procesar, en  diferentes ámbitos, el caso Maciel. Tan costoso. Tan lamentable. Tan insostenible. En el punto 5 de esta comunicación pública se plantea que ante las recientes revelaciones la orden de los Legionarios de Cristo y las autoridades eclesiásticas deben deslindarse, públicamente, de lo que hasta ahora ha sido un encubrimiento cómplice y deben demostrar su vocación de seguir el Evangelio y su compromiso con la justicia. Los firmantes dicen, con razón, que la Legión de Cristo y las autoridades eclesiásticas deben ofrecer una serie de cosas a las que estaban  obligados, desde hace tiempo, y que, a la luz de lo ocurrido, hoy son ya un imperativo.

Una exigencia ineludible. Los Legionarios y la Iglesia deben ofrecer, sin más dilación:

• “Un pronunciamiento público oficial donde se finquen responsabilidades de los delitos  canónicos y civiles cometidos por Marcial Maciel.

• “Una petición de perdón por el inconmensurable daño causado a las víctimas de abuso  sexual.

• “Un llamado al Papa para que exija la revisión del proceso que se llevó a cabo en contra de Maciel y que reivindique la honorabilidad y la fama de todos aquellos que fueron llamados a presentar su declaración bajo juramento de excomunión por haberlo hecho de buena fe y  diciendo la verdad.

• “El esclarecimiento de estos delitos y la reparación de los daños por respeto a las víctimas y a todo el pueblo católico.

• “Un profundo cambio institucional para evitar que en el futuro niños y niñas inocentes sean víctimas del abuso sexual de los sacerdotes, bajo el amparo, la protección y el encubrimiento de la Iglesia”.

Alberto Athié; Arturo Díaz Betancourt; Carlos Fazio; Católicas por el Derecho a Decidir; Frente por la Cultura Laica; Fundación de la Mano con la Justicia; Leticia Valdés; Jesús Romero; José Bonilla; Malú Micher Camarena; Observatorio Eclesial; Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual por Sacerdotes; SNAP México; Red Democracia y Sexualidad, DEMYSEX; Red Nacional Católica de Jóvenes por el Derecho a Decidir; Red por los Derechos de la Infancia en México y Roberto Blancarte son los nombres de personas e instituciones que plantean este camino a seguir y hacen, finalmente, un llamado “…a la feligresía católica y a todas las personas de buena fe a que se unan a este reclamo y no permitan más la impunidad en el seno de nuestra Iglesia, la cual suele poner la preservación de su imagen por encima del respeto a los derechos humanos de sus fieles y de las leyes civiles a las que todo ciudadano debe estar sujeto”.

Un llamado así no puede ni debe ser ignorado. Merece ser difundido como lo que es: el planteamiento mejor articulado y con mayor precisión que existe en este momento sobre qué hacer frente a la debacle moral que ha dejado a su paso el caso Maciel. La Iglesia tiene la palabra.